Considero que las 13 funciones docentes que detalla la LOMLOE pueden agruparse en tres clases. Por un lado, aquellas que conciernen a la formación del alumno en cada una de las materias, por otro, las que buscan educar a los jóvenes en valores democráticos y ciudadanos y, por último, las dedicadas a la mejora de los centros. De esta clasificación, me gustaría detenerme en las dos últimas, pues considero, basándome en mi experiencia en la educación secundaria, que lo habitual es que los docentes pongan el foco en impartir los contenidos y se desentiendan de la situación personal del alumno. Es por tanto que creo que nosotros, los profesores del futuro, debemos asumir la responsabilidad que la profesión que hemos elegido comporta y nos centremos en ayudar y apoyar de la mejor manera a los jóvenes, que se encuentran en una de las etapas más difíciles y cruciales de su vida. Debemos educarlos, sobre todo, en valores de empatía, humanidad y tolerancia, orientándolos de la mejor manera. Para

  La educación de Castilla y León ha sido calificada como uno de las mejores y más exigentes del territorio español. Recientemente se ha puesto en marcha una serie de novedades cuyo objetivo es ofrecer al alumnado de la comunidad autónoma una formación no universitaria de mayor calado y nivel. Entre estos cambios se encuentra la mejora del aprendizaje bilingüe, imprescindible en el mundo globalizado actual. En este momento, Castilla y León ya es la segunda comunidad autónoma con alumnado en itinerarios bilingües, pero el objetivo es adelantar el inicio de esta etapa hasta las edades de 3 a 6 años. Esta es sin duda una medida interesante, ya que permitirá a los alumnos acercarse al idioma extranjero de una forma más natural y paulatina. Por otro lado, la educación castellana se propone el objetivo de reorientar los centros “gueto”, que cuentan con alumnado perteneciente a grupos vulnerables y que en la mayoría de los casos cuentan con unos resultados académicos muy pobres. La idea,

En ciencias quieren más letras Las humanidades no están de moda. Durante las últimas décadas hemos asistido a una regresión de las asignaturas "de letras" en el ámbito educativo. Cada vez se otorga una menor importancia a áreas como Lengua y Literatura, Historia, o Filosofía y se pone más el foco en aquellas asignaturas (y también en aquellos alumnos, por qué no decirlo) enfocadas al ámbito científico. Como graduado en Historia, esto es algo que no me pilla de nuevas. Durante los cuatro años que duró el grado, desde la facultad aprovechaban cada acto o intervención para reivindicar la importancia de las letras. Es importante tener en cuenta que este desprestigio de las humanidades proviene y es incentivado por el sistema socioeconómico de producción y consumo en el que nos hallamos. Al fin y al cabo, la Historia, la Filosofía o la Literatura no sólo no sirven para alimentar la vorágine del capitalismo postindustrial, sino que además son saberes que invitan a la reflexión,

 ¡Hola! Me llamo Martín y soy de Luarca, un pequeño pueblo en el occidente de Asturias. Hace unos meses finalicé el grado de Historia en la Universidad de Oviedo y tan solo un par de semanas antes de empezar a escribir este post me trasladé a Valladolid para continuar mi formación cursando este máster. No obstante, mi relación con los estudios siempre ha sido compleja y nunca he tenido claro cuál era el camino que quería seguir. A pesar de que siempre me había sentido atraído por la capacidad expresiva de las humanidades, en bachillerato opté por elegir el itinerario de ciencias de la salud con el objetivo de matricularme en la carrera de fisioterapia o biología. Sin embargo, cuando llegó el momento, me decanté por empezar Comunicación Audiovisual. Pero después de un año complicado en La Coruña, decidí que lo mejor era volver a comenzar, eligiendo esta vez Historia. Inicialmente tenía muy claro que quería dedicarme a la docencia, pero ahora mismo, si bien quiero dejar la puerta abierta