Yo me quedo con el poeta

En ciencias quieren más letras

Las humanidades no están de moda. Durante las últimas décadas hemos asistido a una regresión de las asignaturas "de letras" en el ámbito educativo. Cada vez se otorga una menor importancia a áreas como Lengua y Literatura, Historia, o Filosofía y se pone más el foco en aquellas asignaturas (y también en aquellos alumnos, por qué no decirlo) enfocadas al ámbito científico.

Como graduado en Historia, esto es algo que no me pilla de nuevas. Durante los cuatro años que duró el grado, desde la facultad aprovechaban cada acto o intervención para reivindicar la importancia de las letras.

Es importante tener en cuenta que este desprestigio de las humanidades proviene y es incentivado por el sistema socioeconómico de producción y consumo en el que nos hallamos. Al fin y al cabo, la Historia, la Filosofía o la Literatura no sólo no sirven para alimentar la vorágine del capitalismo postindustrial, sino que además son saberes que invitan a la reflexión, el cuestionamiento y la crítica.

Sin embargo, no es de extrañar que las empresas estén empezando a reclamar trabajadores más empáticos, más creativos y más críticos; conscientes de que una mejor situación de sus empleados comporta, en la mayoría de los casos, una mejora también en la producción y el consumo.

En cualquier caso, siempre he pensado que las humanidades si bien las ciencias pueden parecer el camino más fácil para ganarse la vida, son las humanidades las que le dan sentido a esta. Son las humanidades las que nos dan herramientas para disfrutar de un libro o una película y, sobre todo, son las que nos permiten conocer el mundo, a los demás y a uno mismo.

Hace un tiempo escuché a alguien decir que si le diesen a elegir entre leer a Homero en griego o diseccionar la anatomía de una mosca de la fruta, preferiría lo primero. La verdad es que no recuerdo exactamente quién fue, pero yo también me quedo con el poeta.

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